Al principio puede parecer una paradoja. ¿Cómo es posible combinar dos conceptos aparentemente opuestos como relajación y estímulo? Es probable que uno asuma que, o bien está relajado o bien estimulado. En la relación sexual corriente, la relajación se produce solamente después de que la excitación sexual haya llegado al clímax del orgasmo. No obstante, la respuesta del éxtasis combina los mejores efectos de ambos: energía superior y paz profunda. En este caso no se trata, como pudiéramos experimentar en la relación sexual corriente, de una alternancia entre el estímulo y la relajación, sino de una resonancia simultánea entre ambos. En la respuesta del éxtasis dejamos que la energía aumente a niveles cada vez más altos mientras que, al mismo tiempo, nos relajamos en la excitación, dejando que se extienda a través del cuerpo y conteniéndola durante períodos de tiempo cada vez más largos. Esto da como resultado una experiencia feliz, regeneradora.
Las recientes investigaciones médicas confirman mis propias experiencias, demostrando que cuando se extiende el orgasmo sexual, la respuesta natural del cuerpo es la relajación. El Dr. Alan Brauer, coautor del libro ESO (Extended Sexual Orgasm), explica que después de unos minutos de respuesta orgásmica extendida, disminuye el nivel de estímulo del cuerpo –que se mide a través del pulso, el ritmo respiratorio y la presión sanguínea- aunque continúen las contracciones del orgasmo. Brauer afirma: «La experiencia subjetiva es de placer continuo y creciente. El cuerpo responde como si entrara en un estado de mayor relajación». Brauer, como profesional de la medicina occidental, considera este resultado como «sorprendente». En cambio, la tradición tántrica hace siglos que lo conoce.
En la respuesta del éxtasis aprendemos a producir alto niveles de estimulo sexual a los que sigue, justo antes del punto de la liberación orgásmica, una completa tranquilidad mental. Al mismo tiempo, relajamos determinados músculos, respiramos profunda y lentamente, y aplicamos otras técnicas simples que nos transforman la naturaleza del orgasmo. Todo esto nos prepara para un orgasmo a nivel de todo el cuerpo, que depende de la capacidad que tenga el cuerpo de vibrar más allá del control consciente. En lugar de experimentar un alivio genital, experimentamos una serie prolongada de pulsaciones sutiles, continuas, como oleadas que se extienden a través del cuerpo, dando la sensación de que nos estamos fundiendo con nuestra pareja.
En este estado, las sensaciones orgásmicas ya no dependen exclusivamente de la interacción genital sino que, a menudo, se perciben como un estado de conciencia modificado. A diferencia del punto culminante del orgasmo genital, no experimentamos un acto reflejo que nos lleva a la liberación repentina e incontrolada de energía, sino a una profunda distensión que alcanzamos por medio de una práctica controlada y consciente. Cuando se funde y se mezcla la energía entre los cuerpos, la comunión sexual se convierte en una experiencia de profunda intimidad.»
–Fragmento del libro «La senda del éxtasis. El arte de la sexualidad sublime» de Margot Anand Twitter
Reúne los siete pergaminos con las siete pistas para encontrar el tesoro oculto en tu energía sexual.
— Wen-Tzu (Enseñanzas de Lao Tse) Twitter