El tantra y la magia de la relajación en la sexualidad (1/2)

¿Técnica o naturalidad?

Hace tiempo que quería escribir sobre el tema de la relajación y el papel central que tiene en la transformación de nuestra sexualidad hacia esas expresiones superiores que potencialmente todos podemos desarrollar. Cuando comenzamos a buscar información sobre sexualidad sagrada, las técnicas taoístas para evitar las descargas orgásmicas parecen ser la primera información que llega a nuestra mano y como sabemos son técnicas que no resultan fáciles para muchas personas. Eso puede llevarnos a caer en la confusión de pensar que no podemos desarrollar el potencial de nuestra sexualidad por el hecho de sentir que esas técnicas no son para nosotros. Por eso, a pesar de su popularidad y de que ciertamente resultan útiles para otras muchas personas, me parece importante recordar que hay otros enfoques y aportaciones que nos pueden ayudar a llegar a un destino parecido por otros caminos.

Árbitro de fútbol sacando una tarjeta roja

Pensemos que las tradiciones de sexualidad sagrada solo pueden estar hablando de unos fenómenos naturales e inherentes a nuestro potencial humano. Ellos no han inventado ni creado las experiencias que se viven cuando se desarrolla ese potencial. Por lo tanto lo único que pueden ofrecernos es una guía de cómo ellos han conseguido hacerlo. Es decir, esas tradiciones pueden decirnos qué se ajusta estrictamente a su técnica, o a su filosofía y qué no, ya que eso es lo que ellos han desarrollado, pero cuando alguna de esas tradiciones nos dice que una determinada práctica no se ajusta a sus técnicas, no nos está diciendo que no suponga otro camino viable y positivo para alcanzar los mismos fines o incluso llegar más allá de ellos. Eso tendremos que descubrirlo por nosotros mismos, ya que ese potencial humano preexiste a toda técnica que se pueda desarrollar.

Para entender esto me gustaría poner un ejemplo en relación al deporte. Si unas personas crean una modalidad deportiva, podrán decirnos qué está permitido y qué no. Si nos dicen que no se puede tocar el balón con la mano, es que no puede hacerse, y si se hace, no se está jugando al fútbol. Se está jugando a otra cosa. Pero si hablamos de estar «haciendo ejercicio» físico, lo estaremos haciendo así toquemos el balón con la mano o con el pie, y desarrollaremos nuestra resistencia, agilidad y habilidad. Si bien hay técnicas mejores que otras para ello, existen muchas opciones. Creo que cuando hablamos de sexualidad sagrada lo que todos deseamos es desarrollar esas capacidades latentes en nosotros, más que ajustarnos a una técnica concreta. En cualquier caso, entiendo que es importante por lo menos tener presente que existe esa distinción.

Hombre levantando una barra con pesas muy pesadasRespecto a las técnicas taoístas del kung fu sexual, la razón por la que muchas personas no se identifican con ellas es porque, por lo menos mientras no se ha adquirido suficiente destreza, suponen una actitud de control y tensión muscular muy importante. Otras perspectivas consideran que esa actitud de control no es la más adecuada ni fiel a la esencia de la sexualidad sagrada. Es más común encontrarnos con este tipo de postura dentro del tantra que, respecto al taoísmo, está más enfocado al desarrollo espiritual que a la salud y con ello al hecho de convertir la sexualidad en una meditación. Con el máximo respeto a todas las tradiciones, yo animo a que cada persona experimente siguiendo su propia guía interior, precisamente porque ese potencial está dentro de nosotros, y por lógica nuestro cuerpo tiene que saber guiarnos hacia él si sabemos escucharlo.

Hace unos días compartí en el canal de Telegram «Sexualidad Sagrada Biblioteca» unas citas de la autora Diana Richardson sobre el orgasmo, la eyaculación y el efecto que la relajación tiene sobre la energía sexual. Son citas de su libro «El corazón del sexo tántrico». En este artículo me gustaría desarrollar más ese tema precisamente porque aporta un enfoque interesante y diferente a las técnicas taoístas.

La transformación

Lo que considero tan importante de esta autora es la visión que transmite de la unión sexual tántrica, similar a la de Osho, como un acto de relajación total y abandono de la mente, y todas las estructuras del ego que nos marcan objetivos y expectativas. Nos muestra esa disposición como la puerta a esos estados de éxtasis físico, psicológico y espiritual que nos describen todas las tradiciones de sexualidad sagrada. La razón por la que considero tan importante esta aportación es porque nos brinda una solución ante esa aparente contradicción sobre el orgasmo que puede resultarnos tan difícil de resolver. Por un lado entendemos que para liberar ese potencial de nuestra sexualidad debemos hacer de ella una meditación, fluyendo con todo lo que acontece en el momento presente, con todas las sensaciones del cuerpo, sin ninguna oposición y sin ninguna fricción. Y luego se nos habla de omitir el orgasmo. ¿Cómo encajar el hecho de prescindir del orgasmo con una actitud meditativa de apertura y relajación? ¿Cómo hacerlo si nuestro organismo nos presenta un fuerte impulso hacia el orgasmo? ¿No supone entonces la renuncia del orgasmo una oposición y una lucha contra la naturaleza de nuestro cuerpo?

Relajación. Persona tumbada en una amaca

Dejarse arrastrar hacia el orgasmo puede vivirse como un acto de permitir y de entrega al placer, pero existen niveles superiores de relajación desde los que, por contraste, el proceso de precipitarnos hacia esa cumbre puede vivirse como tensión. Pensando en la actitud meditativa de presencia sin juicio, sin objetivo ni dirección, nos resulta fácil recordar que todo sentimiento de necesidad es una forma de inquietud y un obstáculo para el placer. Proyecta nuestra mente en el futuro y nos aleja del presente, el único lugar donde el placer puede experimentarse. Partiendo de esa idea, podemos comenzar a comprender la manera en que el orgasmo puede oponerse a la actitud de apertura meditativa.

A continuación comparto una cita de Diana, pero antes me gustaría hacer una aclaración sobre el lenguaje que ella utiliza. Mis citas son traducciones de la versión original de sus libros en inglés. Ella utiliza para referirse al orgasmo la expresión «to come» que es vulgar, como en España «correrse» o en América latina «venirse». Lo he traducido como «correrse» por ser fiel al original, aunque personalmente no me gustan demasiado esas expresiones. En todo caso no son más que palabras que cada uno puede sentir de manera diferente y expresarse como más natural le resulte.

Diana nos dice:

Señala cómo el orgasmo en sí supone cierta tensión:

«Observa la tensión y la contracción en tu cuerpo cuando se dirige al orgasmo. Observa el endurecimiento de tus nalgas, la contracción del suelo pélvico y el vientre.»

 

— Diana Richardson en su libro «El corazón del sexo tántrico»

Puede debatirse hasta qué punto esa tensión nos aleja de una actitud meditativa, ya que sabemos que es posible estar presente y consciente realizando actividades que no impliquen quietud total, lo que identificamos con la practica del mindfulness. Siendo así, tiene sentido argumentar que podamos disfrutar de esas cumbres de intensidad y que puedan ser maravillosas. No obstante, hay que tener en cuenta lo que en sí supone el elemento de la tensión muscular tal y como señala Diana. Y más allá de eso está claro que lo que sí supone el orgasmo es un corte en seco, un estado de conexión y desconexión que nos impide mantener en el tiempo la unión con la pareja y el placer:



Señales indicativas de dos caminos, pasado y futuro. Sin mostrar un camino para el presente.

En cualquier caso vemos que lo que más se opone a la actitud meditativa no es el orgasmo en sí sino la búsqueda de él, ya que cuando nos vemos arrastrados por ella no podemos estar ni un instante conectados al presente. Por eso Diana nos dice:

Para Diana «El secreto del Tantra es, como siempre, la relajación.» Por eso aunque nos dice que la búsqueda del orgasmo no es auténtico tantra, tampoco considera que lo sea luchar por eliminarlo. Por eso nos dice en caso de que exista una intensa lucha: «Eyacula y permanece presente en tu eyaculación. Disfrútalo sintiendo cada momento.» Del tema de las técnicas de control de la eyaculación hablaré más adelante.

Si tenemos una actitud relajada y centrada en el presente sin vernos arrastrados por el anhelo del orgasmo, aunque terminemos teniendo uno, es perfectamente posible tener una experiencia plena hasta ese momento. Entendemos que el orgasmo ocurrirá de todos modos, estemos relajados o no. Entonces, mantener esa actitud meditativa no nos ha ayudado a resolver la contradicción de la que partíamos. Recordemos que lo que nos preguntábamos era cómo hacer compatible el estado meditativo de apertura y fluir con las sensaciones del cuerpo, con la omisión del orgasmo. Si por muy relajados y presentes que estemos, el orgasmo ocurre de todos modos, para omitirlo tendríamos que hacer un acto de voluntad consciente por reprimir su impulso fisiológico, lo que supondría salir de la actitud meditativa. Pero a partir de aquí es donde comienza la magia. Al experimentar el sexo como una meditación, al olvidarnos del orgasmo y estar completamente presentes en el ahora, completamente relajados, se produce una transformación muy radical en nuestra sexualidad a todos los niveles, y eso incluye cómo funciona y responde nuestro organismo físico.

Canales de energía

Eso es algo que contradice nuestras creencias y expectativas sobre nuestra fisiología y sobre lo que es «normal», pero la experiencia en primera persona es la que nos lleva a reformular toda nuestra concepción de la sexualidad. Ciertamente, conocer la sexualidad sagrada siempre implica ese cambio de paradigma independientemente de cual sea el camino por el que hayamos llegado a experimentar esa transformación en nosotros mismos. La clave en el mensaje de Diana Richardson que considero tan importante entender es que esa transformación que se produce como consecuencia del cambio de actitud hacia una disposición meditativa, es la que lleva a nuestro organismo a abandonar su impulso hacia el orgasmo o la descarga genital. Y además ese impulso se sustituye por un nuevo universo de experiencias de placer extático que eran desconocidas para nosotros, todas las que identificamos con la práctica de la sexualidad sagrada, como los conocidos orgasmos de todo el cuerpo o del chakra corazón, o los orgasmos del valle que son prolongados estados de un exquisito placer sereno. Hay algunas etiquetas, pero lo que nos espera es un inagotable abanico sin líneas divisorias, de estados de éxtasis que difícilmente pueden clasificarse y solo pueden vivirse. Si esa transformación ocurre, la excitación sexual sin descarga genital que podría habernos dejado frustrados y con consecuencias físicas negativas debido a la tensión sin resolver, nos deja en estados de paz y plácida energía vibrante que duran horas o días. Es así porque, por mágico que parezca, el cuerpo funciona de una manera muy distinta.

 

¿Conocemos realmente el orgasmo en su completa expresión?

Una de las cosas que primero descubrimos al aprender sobre sexualidad sagrada es que no es lo mismo el orgasmo que la descarga de tensión o energía, ni que la eyaculación. Tendemos a confundir esas tres cosas porque ambas cosas se dan juntas habitualmente, pero una vez que sabemos que existen técnicas para experimentar el orgasmo por separado y que muchas personas lo han estado practicando desde hace milenios hasta el día de hoy, la diferencia se hace clara. Y ya ese punto de partida supone un cambio de paradigma importante, ya que aunque dentro de la disciplina médica sí se conocen casos en que el orgasmo se produce por separado de la eyaculación en los hombres, es muy poco conocido, y respecto a la descarga, no es inusual definir el propio orgasmo identificándolo con ella.

gráfico del orgasmo según Wilhelm Reich
Del libro «La función del orgasmo» de Wilhelm Reich

Pero entonces si quitamos la descarga de la ecuación ¿qué nos queda del orgasmo para poder definirlo? Las tradiciones taoísta y tántrica nos hablan de flujos de energía por todo el cuerpo. Personalmente, después del leer el libro de Wilhelm Reich «La función del orgasmo», llegué a la conclusión de que en el orgasmo «ordinario» se produce el mismo flujo de energía que se produce en otros tipos de orgasmos sin contracciones genitales descritos por la sexualidad sagrada. El mismo o uno muy similar, pero solo durante el orgasmo propiamente dicho, donde hay contracciones musculares antes de que se produzca la descarga. En ese sentido diría que la descarga es en cierto modo contraria al orgasmo porque cuando ésta llega, el orgasmo forzosamente se termina. Cuando uno presta atención a ese hecho, es posible percibir y observar separadamente las sensaciones del orgasmo y de la descarga, y darnos cuenta de que es en el orgasmo donde se siente todo el placer. La descarga, que a mi parecer es desagradable en sí misma, como mínimo se experimenta como una disminución del placer, y que en cualquier caso nos deja debilitados física y psicológicamente. Mantak Chia nos dice en su libro «Secretos del amor. Cultivando la energía sexual masculina»:

Por esa razón las técnicas taoístas están orientadas a tener orgasmos sin descarga de energía, experimentando solo la primera fase anterior a la descarga, lo que permite también tener multiorgasmos. Aclarar que en el caso de los hombres siempre que hay eyaculación, hay descarga de energía. No he tenido noticias de que lo contrario sea posible. Y aclarar también que en el caso de las mujeres multiorgásmicas que no tienen orgasmos terminales (un orgasmo terminal es el que no puede ir seguido de multiorgasmos, sino que va seguido de un período refractario), no sería posible experimentar la descarga, tal y como la entienden las tradiciones tántrica y taoísta, separadamente al orgasmo para comprobar que son diferentes. La posibilidad de la multiorgasmia implica necesariamente que no se haya dado ninguna descarga, por lo que se deduce que ellas no la experimentan.

La lectura del libro «La función del orgasmo» de Wilhelm Reich me sirvió para reforzar todo lo aprendido desde la sexualidad sagrada y profundizar en ello porque, curiosamente, aporta mucha información que respalda el hecho de que la descarga orgásmica sea desagradable y no placentera. Y digo «curiosamente» porque a este respecto la postura de Reich está bastante enfrentada a la de la sexualidad sagrada, ya que éste identifica el orgasmo totalmente con la descarga, además de con la salud física y psicológica. Pero en relación a este tema, comparando la postura de Wilhelm Reich con la de sexualidad sagrada, he escrito otro artículo muy detallado que podréis encontrar en el blog en la sección de artículos en audio. Está dividido en dos partes y se titula «Sexualidad sagrada y Wilhelm Reich».

Ilustración de una pareja abrazados

Aclarado todo esto lo que quiero transmitir es que si en esos primeros segundos del orgasmo genital donde se experimenta todo el placer, es decir, el orgasmo propiamente dicho, se produce un flujo de energía similar al que sentimos en otros orgasmos sin contracciones genitales, eso significa que ese elemento que anhelamos y creemos necesitar del orgasmo genital también está presente en esas nuevas formas de orgasmo y además con muchísima más intensidad. En ese caso omitir esa forma de orgasmo que conocemos no significa renunciar a nada, sino muy al contrario, obtener más de ello de lo que nunca habíamos obtenido. El «orgasmo del valle», por ejemplo, es un orgasmo sereno muy prolongado en el tiempo. En ese sentido podríamos decir que el orgasmo genital terminal con descarga de energía supone el fin del verdadero orgasmo cuando solo estábamos a las puertas. Diana parece hablar exactamente de lo mismo cuando nos dice que:

En una segunda parte de este artículo hablaremos de cómo son esas nuevas formas superiores de orgasmo, de cómo llegar a experimentarlas y del proceso que nos lleva a esa transformación de nuestra sexualidad. Para ir a ese artículo hacer click aquí.

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