EL BOSQUE SILROTH
BIENVENIDO A NUESTRO BOSQUE
Soy Morea, ninfa custodia del bosque Silroth
¡Saludos, hermanos humanos! Me llamo Morea. Resido en este bosque desde hace muchos años, siglos, milenios… aunque es difícil determinarlo con exactitud, puesto que aquí, el tiempo transcurre de manera diferente a cómo transcurre donde vosotros os encontráis. Soy considerada custodia del bosque por todos sus habitantes, porque mi espíritu está estrechamente ligado a él y actualmente vigilo todas sus puertas o accesos dimensionales. Me comunico con todos los seres que sintonizan con su frecuencia para conectar con él desde diferentes planos. Allí donde se desvanece la memoria ancestral de todas las criaturas que forman parte de él, yo conservo registro de su historia. Por esa razón he sido yo la escogida para hablaros en nombre del bosque.
Los seres que se comunican conmigo, con frecuencia me preguntan si soy inmortal. Para mi es una pregunta difícil de contestar porque… todos lo somos. Solo es que algunos permanecemos en una determinada forma física más o menos tiempo, por diferentes razones. Muchos humanos con conocimiento de vuestra mitología me preguntan si soy un hada, una elfa, una ninfa, o una dríade. Diferentes culturas humanas han tenido contacto con seres similares, poniéndoles diferentes nombres y distorsionando de diferentes formas sus verdaderas características, mezclando también unas realidades con otras. Existen muchas cosas que no conocéis.
El bosque desde el que os hablo está en un plano vibracional superior al plano en el que vosotros os encontráis, cercano a lo que llamáis «cuarta densidad» o «alto astral», aunque esas clasificaciones también son muy inexactas ya que todos los niveles vibracionales están interconectados y no hay fronteras entre ellos.
¡Saludos, hermanos humanos! Me llamo Morea. Resido en este bosque desde hace muchos años, siglos, milenios… aunque es difícil determinarlo con exactitud, puesto que aquí, el tiempo transcurre de manera diferente a cómo transcurre donde vosotros os encontráis. Soy considerada custodia del bosque por todos sus habitantes, porque mi espíritu está estrechamente ligado a él y actualmente vigilo todas sus puertas o accesos dimensionales. Me comunico con todos los seres que sintonizan con su frecuencia para conectar con él desde diferentes planos. Allí donde se desvanece la memoria ancestral de todas las criaturas que forman parte de él, yo conservo registro de su historia. Por esa razón he sido yo la escogida para hablaros en nombre del bosque.
Los seres que se comunican conmigo, con frecuencia me preguntan si soy inmortal. Para mi es una pregunta difícil de contestar porque… todos lo somos. Solo es que algunos permanecemos en una determinada forma física más o menos tiempo, por diferentes razones. Muchos humanos con conocimiento de vuestra mitología me preguntan si soy un hada, una elfa, una ninfa, o una dríade. Diferentes culturas humanas han tenido contacto con seres similares, poniéndoles diferentes nombres y distorsionando de diferentes formas sus verdaderas características, mezclando también unas realidades con otras. Existen muchas cosas que no conocéis.
El bosque desde el que os hablo está en un plano vibracional superior al plano en el que vosotros os encontráis, cercano a lo que llamáis «cuarta densidad» o «alto astral», aunque esas clasificaciones también son muy inexactas ya que todos los niveles vibracionales están interconectados y no hay fronteras entre ellos.
Aquí viven muchos seres como los que habéis llamado hadas, duendes o elfos. La figura de vuestra mitología más cercana a la forma de vida que encarno en este momento serían ninfas de los bosques. Al igual que cuentan vuestras leyendas sobre ellas, vivo en estrecha conexión con todos los árboles y plantas de este bosque. Por lo tanto podéis considerarme como una ninfa si deseáis usar uno de vuestros términos. Puedo sentir lo que los árboles sienten y mi espíritu está integrado a la red de conciencia que los interconecta como un solo ser, compartiendo nuestra memoria y sabiduría. Conozco el lenguaje para comunicarme con todas las especies animales. Puedo comunicarme también con la energía espiritual del cuerpo físico de todos los seres vivos, con su inconsciente biológico, la energía que reside en sus órganos y músculos. A través de esa comunicación puedo solicitar la liberación de memorias ocultas y la activación de los mecanismos de curación. Además, mi voz tiene el poder de ejercer hechizos hipnóticos que expanden la conciencia y abren la percepción del corazón, induciendo trances sanadores que estimulan el despertar las facultades psíquicas. También soy muy hábil en el arte de la telepatía y la clarividencia. Por todo ello, me gusta ofrecer en nuestro bosque mis dones para la comunicación, la enseñanza y la sanación. También para mantener la armonía del cuerpo físico y en su relación con la energía y el espíritu.
Respecto a nuestro bosque, también puedo deciros que se encuentra conectado a la región geográfica que vosotros conocéis como la isla de Irlanda. Y digo «conectado» porque tenéis que tener en cuenta que lo que vosotros consideráis localización espacial o temporal para nosotros es una referencia basada en afinidad de frecuencias, y por lo tanto, esos son los términos en los que definimos cualquier distancia. Por esa razón, puede conectarse con nuestro bosque desde cualquier lugar si se sintoniza la conciencia con nuestra vibración. Sin embargo, dentro de vuestro marco espacio-temporal, podéis considerar que se encuentra en la isla de Irlanda.
Si os estáis preguntando cuál es el nombre del bosque, nosotros lo llamamos «Silroth Forest», o «El Bosque Silroth». Ese nombre para nosotros hace referencia dos conceptos, «semilla» y «rueda». Algunas de las personas que habitaron aquí le pusieron ese nombre, por razones que van más allá de la finalidad de este mensaje.
Es un placer para mi poder establecer esta comunicación con vosotros y ofreceros mi ayuda en la manera en que esta interacción nos brinde oportunidad. Mi conciencia y mi energía está con vosotros, hermanos humanos.
Morea
PD – Las imágenes que se muestran en esta web no corresponden con nuestra verdadera apariencia. Solo se han escogido para servir como ilustración.
Soy Nodiadh, guardián de los pergaminos de Fadeghann
!Dia dhuit!
Mi nombre es Nodiadh y habito, junto con mi apreciada amiga Morea, en el bosque Silroth. Si deseáis haceros una idea de mi aspecto físico, el cuerpo que encarno en este momento tiene los rasgos qué típicamente asociáis a los elfos en vuestra cultura. Y efectivamente, los elfos existen y eso es lo que yo soy, un elfo. Mi estatura es alrededor de 1,80m, siendo mi cuerpo esbelto y fuerte, con piel muy clara y ojos verdes. Mi apariencia podría pasar por la de cualquier ser humano si no fuera por mis orejas terminadas en forma puntiaguda.
Como ya sabréis, Morea es la custodia del bosque. Al igual que ella, también yo guardo y protejo algo que amo, en este caso, un valioso tesoro que se encuentra oculto en el corazón del bosque. Morea os relatará brevemente la historia que conecta ambas cosas, y podréis entender así, la motivación que nos ha llevado a comunicarnos con vosotros.
Por el momento me despido enviandos mis mejores deseos y un cálido abrazo desde la isla de Irlanda.
!Dia dhuit!
Mi nombre es Nodiadh y habito, junto con mi apreciada amiga Morea, en el bosque Silroth. Si deseáis haceros una idea de mi aspecto físico, el cuerpo que encarno en este momento tiene los rasgos qué típicamente asociáis a los elfos en vuestra cultura. Y efectivamente, los elfos existen y eso es lo que yo soy, un elfo. Mi estatura es alrededor de 1,80m, siendo mi cuerpo esbelto y fuerte, con piel muy clara y ojos verdes. Mi apariencia podría pasar por la de cualquier ser humano si no fuera por mis orejas terminadas en forma puntiaguda.
Como ya sabréis, Morea es la custodia del bosque. Al igual que ella, también yo guardo y protejo algo que amo, en este caso, un valioso tesoro que se encuentra oculto en el corazón del bosque. Morea os relatará brevemente la historia que conecta ambas cosas, y podréis entender así, la motivación que nos ha llevado a comunicarnos con vosotros.
Por el momento me despido enviandos mis mejores deseos y un cálido abrazo desde la isla de Irlanda.
MOREA:
El gran tesoro que Nodiadh protege reside en el bosque desde tiempos más antiguos de lo que nadie puede recordar, ni siquiera yo misma. A pesar de ello, ninguno de sus habitantes sabíamos de tal tesoro hasta la llegada de nuestro honrado amigo humano Madoladh, y no supimos de su verdadero valor y significado, hasta el nacimiento de nuestro querido hermano elfo Fadeghann. Ambos vivieron con nosotros en el bosque Silroth, pero ninguno de los dos se encuentra ya entre nosotros.
MOREA:
El gran tesoro que Nodiadh protege reside en el bosque desde tiempos más antiguos de lo que nadie puede recordar, ni siquiera yo misma. A pesar de ello, ninguno de sus habitantes sabíamos de tal tesoro hasta la llegada de nuestro honrado amigo humano Madoladh, y no supimos de su verdadero valor y significado, hasta el nacimiento de nuestro querido hermano elfo Fadeghann. Ambos vivieron con nosotros en el bosque Silroth, pero ninguno de los dos se encuentra ya entre nosotros.
Madoladh el druida
Para que podáis comprender el lugar que Madoladh y Fadeghann han ocupado en nuestro bosque y el vacío que han dejado en nuestros corazones, tenemos que remontarnos al siglo V A.C., en la isla de Irlanda, allá en vuestra tercera densidad. Madoladh pertenecía a la cultura que vosotros conocéis como el pueblo celta. Fue educado para ser druida. Tal y como era requerido para ello, estudió con gran disciplina durante 20 años. Fue instruido en el arte de la curación a través de las plantas, la astronomía y la astrología. Sabía descifrar los mensajes ocultos de la naturaleza, comunicarse con sus espíritus y energías y contactar con los planos no físicos y entidades desencarnadas. También conocía los secretos de la magia que su pueblo tan celosamente guardaba. Algunos de estos secretos consistían en formas de tecnología desconocida para la mayoría de personas en aquellos tiempos, tecnología heredada de la antigua civilización de la Atlántida, que era la fuente de la que el pueblo celta, así como los chamanes americanos, tomaron su conocimiento.
De entre todas las materias en las que Madoladh fue instruido, su especialidad era la música. Conocía la manera de acceder al poder creativo oculto en la vibración del sonido y la palabra. Era capaz de moldear la materia física y los eventos en el continuo espacio temporal a través de él. Su voz, además de hermosa para quienes la escuchaban, era capaz de apaciguar animales salvajes enfurecidos, estimular el crecimiento de las plantas y la sanación de órganos enfermos.
Cuando ya era bastante adulto, un día, guiado por una intuición interior que él mismo no podía explicar, se adentró en una zona boscosa distante al área donde residía y que no era conocida por su pueblo. Vino a parar a uno de los portales que conectan vuestro mundo con el nuestro, y allí me encontraba yo para recibirlo, ya que había sido informada de su llegada por un espíritu guía de Madoladh. Se nos pidió que lo acogiéramos aquí, en la comunidad de elfos con la que yo convivo, y se nos informó de la importancia de hacerlo.
Madoladh era un hombre muy considerado, humilde, amable y paciente. Esas características, junto con la gran admiración y respeto que mostró por la cultura élfica lo hicieron muy bien recibido. A su vez, esa acogida por nuestra parte, junto con su gran deseo de conocimiento y su disposición discreta y leal, dieron lugar a una rutina de visitas periódicas al bosque, lo que lo llevó a establecer una estrecha amistad con algunos de los elfos que entonces vivían aquí, muchos de los cuales todavía lo hacen. Su sabiduría se enriqueció con la nuestra, especialmente en cuanto a la música, ya que teníamos muchos instrumentos musicales que él no conocía y le fascinaron. Él, por su parte, compuso hermosas canciones con instrumentos élficos que hoy aun recordamos e interpretamos, además de confiarnos algunos secretos de la magia celta.
De entre todas las materias en las que Madoladh fue instruido, su especialidad era la música. Conocía la manera de acceder al poder creativo oculto en la vibración del sonido y la palabra. Era capaz de moldear la materia física y los eventos en el continuo espacio temporal a través de él. Su voz, además de hermosa para quienes la escuchaban, era capaz de apaciguar animales salvajes enfurecidos, estimular el crecimiento de las plantas y la sanación de órganos enfermos.
Cuando ya era bastante adulto, un día, guiado por una intuición interior que él mismo no podía explicar, se adentró en una zona boscosa distante al área donde residía y que no era conocida por su pueblo. Vino a parar a uno de los portales que conectan vuestro mundo con el nuestro, y allí me encontraba yo para recibirlo, ya que había sido informada de su llegada por un espíritu guía de Madoladh. Se nos pidió que lo acogiéramos aquí, en la comunidad de elfos con la que yo convivo, y se nos informó de la importancia de hacerlo.
Madoladh era un hombre muy considerado, humilde, amable y paciente. Esas características, junto con la gran admiración y respeto que mostró por la cultura élfica lo hicieron muy bien recibido. A su vez, esa acogida por nuestra parte, junto con su gran deseo de conocimiento y su disposición discreta y leal, dieron lugar a una rutina de visitas periódicas al bosque, lo que lo llevó a establecer una estrecha amistad con algunos de los elfos que entonces vivían aquí, muchos de los cuales todavía lo hacen. Su sabiduría se enriqueció con la nuestra, especialmente en cuanto a la música, ya que teníamos muchos instrumentos musicales que él no conocía y le fascinaron. Él, por su parte, compuso hermosas canciones con instrumentos élficos que hoy aun recordamos e interpretamos, además de confiarnos algunos secretos de la magia celta.
Un día, la misma intuición que lo había guiado hasta nuestro bosque lo condujo hasta una gruta oculta en su corazón más profundo. Se adentró en ella a través de un laberinto de canales naturales de gran belleza, adornados con formaciones minerales de múltiples colores, estalactitas y estalagmitas. Cruzó corrientes de agua, estrechos pasadizos y estancias abiertas, que podrían considerarse por sí mismos una ciudad subterránea creada por la propia naturaleza, creada por el espíritu del bosque. En el centro de una de esas estancias, una no demasiado grande, encontró un cofre que emitía un extraño resplandor. Abrió el cofre y en su interior encontró una extensa colección de pergaminos con aspecto muy antiguo, pero perfectamente conservados, con unos acabados y adornos de un estilo que no podía asociar a ninguna cultura que conociera. A Madoladh se le hizo evidente que habían sido escritos bajo el influjo de algún hechizo desconocido. Estaban escritos en diferentes lenguas. En ocasiones, al mirarlos aparecían totalmente en blanco, y al momento aparecían letras en ellos. Se presentaban frases que parecían emerger de una conciencia mágica, capaz de leer sus pensamientos y darle la respuesta más adecuada a cualquier pregunta que le estuviera inquietando en ese momento. Pero en la mayoría de ocasiones solo encontraba frases incomprensibles que parecían no tener ningún sentido, o escritas en lenguajes totalmente desconocidos para él. Madoladh los mostró a algunos de sus amigos elfos más íntimos, pero éstos solo percibían papeles vacíos, indistinguibles de cualquier otros si no fuera por su mágico resplandor.
Era como si estuvieran ciegos a aquello que fuera lo que se había utilizado para escribir sobre ellos. Además, el cofre, aunque no parecía contener ningún material de peso, era imposible de mover ni un milímetro del lugar donde se encontraba. Por extraño que pareciera, todo parecía indicarle que el contenido de los pergaminos no estaba destinado a todo el mundo. Por esa razón Madoladh sintió que lo más apropiado era guardarlo en secreto hasta que comprendiera mejor de qué se trataba. Pasaron unos pocos años en los que visitaba nuestro bosque con frecuencia y también los pergaminos, tratando de desarrollar estrategias para descifrar su contenido, pero poco pudo averiguar.
Era como si estuvieran ciegos a aquello que fuera lo que se había utilizado para escribir sobre ellos. Además, el cofre, aunque no parecía contener ningún material de peso, era imposible de mover ni un milímetro del lugar donde se encontraba. Por extraño que pareciera, todo parecía indicarle que el contenido de los pergaminos no estaba destinado a todo el mundo. Por esa razón Madoladh sintió que lo más apropiado era guardarlo en secreto hasta que comprendiera mejor de qué se trataba. Pasaron unos pocos años en los que visitaba nuestro bosque con frecuencia y también los pergaminos, tratando de desarrollar estrategias para descifrar su contenido, pero poco pudo averiguar.
Fadeghann maestro elfo
Con el tiempo, la intensidad de su búsqueda disminuyó, centrándose más en otras tareas y fuentes de conocimiento. Fue entonces cuando un día, caminando solo por nuestro bosque, encontró a sus pies un bebé elfo abandonado. El niño, a pesar del frío y el tiempo que pudiera llevar en el bosque, no lloraba. Solo miraba a los ojos a Madoladh y él sentía como si aquellos ojos inocentes pudieran penetrar su alma. Preguntó a todos los elfos si sabían quiénes eran sus padres pero no obtuvo respuesta. Madoladh deseaba tener un hijo pero no tenía esposa y comenzaba a ser demasiado mayor como para formar su propia familia. Esa frustración era una fuente de mucho dolor para él, así que se ofreció para cuidar del bebé. Además no quiso que viviera separado de sus iguales, por lo que decidió instalarse definitivamente en el bosque, por lo menos mientras el niño no tuviera cierta edad como para valerse por sí mismo.
Con el tiempo, la intensidad de su búsqueda disminuyó, centrándose más en otras tareas y fuentes de conocimiento. Fue entonces cuando un día, caminando solo por nuestro bosque, encontró a sus pies un bebé elfo abandonado. El niño, a pesar del frío y el tiempo que pudiera llevar en el bosque, no lloraba. Solo miraba a los ojos a Madoladh y él sentía como si aquellos ojos inocentes pudieran penetrar su alma. Preguntó a todos los elfos si sabían quiénes eran sus padres pero no obtuvo respuesta. Madoladh deseaba tener un hijo pero no tenía esposa y comenzaba a ser demasiado mayor como para formar su propia familia. Esa frustración era una fuente de mucho dolor para él, así que se ofreció para cuidar del bebé. Además no quiso que viviera separado de sus iguales, por lo que decidió instalarse definitivamente en el bosque, por lo menos mientras el niño no tuviera cierta edad como para valerse por sí mismo.
Como probablemente muchos ya hayáis adivinado, ese niño elfo era Fadeghann. Madoladh lo crió y lo educó desde muy pequeño en la sabiduría druida. Estaban muy unidos. Era difícil imaginar que no fuera su hijo biológico porque había cierta similaridad en su carácter difícil de explicar solo por su convivencia. Además, Madoladh pronto descubrió que había algo especial en su hijo. Todos los elfos son seres de gran inteligencia y madurez espiritual si se los compara con el promedio de los humanos pero Fadeghan parecía ir más lejos. La conexión empática con su padre era tal que Madoladh a menudo sentía como si su hijo casi pudiera leer su mente. A la edad de siete años se les podía ver dialogando sobre la sabiduría druida de igual a igual, tal y como lo hacen dos adultos. Uno podía olvidarse de que Madoladh era el padre y Fadeghan el hijo si no fuera porque todavía Madoladh se encargaba de sus cuidados, proveer su alimento y guiarlo en las tareas cotidianas materiales en las que Fadeghann era tan inexperto como cualquier otro niño de su edad.
Fue a esa edad de siete años, cuando una mañana, Fadeghann hizo que su padre lo siguiera y lo llevó hasta la gruta donde se encontraban los pergaminos. Madoladh nunca le había hablado de ellos pero en niño sabía perfectamente donde estaban. Abrió el cofre y se los mostró a su padre. Fadeghann también podía ver lo que había escrito en ellos, con la diferencia de que la comprensión por parte del niño del contenido de los mensajes llegaba mucho más profundo que la de su padre.
Como probablemente muchos ya hayáis adivinado, ese niño elfo era Fadeghann. Madoladh lo crió y lo educó desde muy pequeño en la sabiduría druida. Estaban muy unidos. Era difícil imaginar que no fuera su hijo biológico porque había cierta similaridad en su carácter difícil de explicar solo por su convivencia. Además, Madoladh pronto descubrió que había algo especial en su hijo. Todos los elfos son seres de gran inteligencia y madurez espiritual si se los compara con el promedio de los humanos pero Fadeghan parecía ir más lejos. La conexión empática con su padre era tal que Madoladh a menudo sentía como si su hijo casi pudiera leer su mente. A la edad de siete años se les podía ver dialogando sobre la sabiduría druida de igual a igual, tal y como lo hacen dos adultos. Uno podía olvidarse de que Madoladh era el padre y Fadeghan el hijo si no fuera porque todavía Madoladh se encargaba de sus cuidados, proveer su alimento y guiarlo en las tareas cotidianas materiales en las que Fadeghann era tan inexperto como cualquier otro niño de su edad.
Fue a esa edad de siete años, cuando una mañana, Fadeghann hizo que su padre lo siguiera y lo llevó hasta la gruta donde se encontraban los pergaminos. Madoladh nunca le había hablado de ellos pero en niño sabía perfectamente donde estaban. Abrió el cofre y se los mostró a su padre. Fadeghann también podía ver lo que había escrito en ellos, con la diferencia de que la comprensión por parte del niño del contenido de los mensajes llegaba mucho más profundo que la de su padre.
Madoladh continuó instruyendo a su hijo en el saber druida y en la música celta y élfica, saber que el niño absorbía con pasión, pero a partir de ese momento, también Madoladh comenzó a recibir conocimiento de su hijo. El niño le enseñaba sobre los mensajes ocultos en los pergaminos, de los cuales conocía una gran cantidad de detalles sin necesidad de consultarlos. El conocimiento que se encontraba en ellos estaba dirigido a la evolución espiritual en el sentido más amplio y profundo, incluyendo información sobre virtualmente cualquier tema imaginable, ya que no presentaba distinción o separación entre ningún aspecto de la vida y la evolución del espíritu. Transmitía una descripción profunda de la naturaleza de la realidad que superaba la capacidad de comprensión de elfos y humanos. Un conocimiento que trasciende la teoría, la experiencia, la razón y la emoción, disolviendo todas las fronteras entre ellas y entre el conocedor y lo conocido. Fue entonces cuando el resto de elfos fuimos informados de la existencia de los pergaminos, y mucho de ese conocimiento comenzó a sernos transmitido a través de ambos. Sin embargo los pergaminos continuaron siendo percibidos como papel en blanco para todos nosotros, elfos, ninfas y el resto de habitantes del bosque.
Madoladh continuó instruyendo a su hijo en el saber druida y en la música celta y élfica, saber que el niño absorbía con pasión, pero a partir de ese momento, también Madoladh comenzó a recibir conocimiento de su hijo. El niño le enseñaba sobre los mensajes ocultos en los pergaminos, de los cuales conocía una gran cantidad de detalles sin necesidad de consultarlos. El conocimiento que se encontraba en ellos estaba dirigido a la evolución espiritual en el sentido más amplio y profundo, incluyendo información sobre virtualmente cualquier tema imaginable, ya que no presentaba distinción o separación entre ningún aspecto de la vida y la evolución del espíritu. Transmitía una descripción profunda de la naturaleza de la realidad que superaba la capacidad de comprensión de elfos y humanos. Un conocimiento que trasciende la teoría, la experiencia, la razón y la emoción, disolviendo todas las fronteras entre ellas y entre el conocedor y lo conocido. Fue entonces cuando el resto de elfos fuimos informados de la existencia de los pergaminos, y mucho de ese conocimiento comenzó a sernos transmitido a través de ambos. Sin embargo los pergaminos continuaron siendo percibidos como papel en blanco para todos nosotros, elfos, ninfas y el resto de habitantes del bosque.
Ya como un joven adulto, Fadeghann comenzó a escribir unos nuevos pergaminos, adaptados al nivel de complejidad que su padre podía alcanzar y en un formato que era comprensible por él. Estuvo unos años trabajando en ello y cuando había terminado se los entregó a su padre.
Durante el resto de su vida, Madoladh continuó elaborando por sí mismo esos pergaminos, a medida que iba comprendiendo mejor los pergaminos originales. Cuando Madoladh llegó al final de su vida, su hijo elfo que permanecía joven, ya que los elfos no envejecen ni mueren por causas naturales, guardó los pergaminos de su padre en la misma gruta donde están los originales. Tiempo después, otra persona fue atraída hacia el bosque, de manera parecida a cómo le había sucedido a Madoladh. En este caso un ciudadano de lo que vosotros conocéis como la Grecia Clásica. Fadeghann lo acogió en el bosque y le ofreció su enseñanza de la misma manera que había hecho con Madoladh. Le entregó los pergaminos de Madoladh tal y como éste los había dejado, y ese ciudadano griego continuó elaborándolos aun más durante el resto de su vida.
Después de él, ocurrió lo mismo con otra persona, otra y otra. Solo esas personas escogidas y el propio Fadeghann eran capaces de percibir la escritura impresa en los pergaminos originales. De esa manera, Fadeghann compartió su conocimiento con una cadena de alumnos que continuaron perfeccionando los pergaminos hasta mediados del siglo XX. Por esa razón, diferentes fragmentos están escritos en diferentes lenguajes como el ogham celta, el griego, el latín, y varios otros, incluyendo el inglés y castellano modernos. Durante esos 2500 años todos aprendimos de él y él de nosotros. Disfrutamos de su cálida compañía y amistad. Entonces, Fadeghann, desafortunadamente nos dejó.
Después de él, ocurrió lo mismo con otra persona, otra y otra. Solo esas personas escogidas y el propio Fadeghann eran capaces de percibir la escritura impresa en los pergaminos originales. De esa manera, Fadeghann compartió su conocimiento con una cadena de alumnos que continuaron perfeccionando los pergaminos hasta mediados del siglo XX. Por esa razón, diferentes fragmentos están escritos en diferentes lenguajes como el ogham celta, el griego, el latín, y varios otros, incluyendo el inglés y castellano modernos. Durante esos 2500 años todos aprendimos de él y él de nosotros. Disfrutamos de su cálida compañía y amistad. Entonces, Fadeghann, desafortunadamente nos dejó.
Los pergaminos en la actualidad
NODIADH:
Es aquí donde comienza mi labor como guardián. Mi propio maestro me condujo hasta este bosque y los pergaminos. Por misterios del destino los pergaminos originales también nos hablan a mi y a mi maestro de la misma manera que lo hacían con Madoladh y Fadeghann. No penséis que por ello mi sabiduría es comparable a la de Fadeghann. Muchas cosas escritas en los pergaminos que redactó Fadeghan superan mi comprensión, pero mi maestro considera que mi conocimiento es suficiente para entregaros los mensajes que deseamos comunicaros.
HABLA NODIADH:
Es aquí donde comienza mi labor como guardián. Mi propio maestro me condujo hasta este bosque y los pergaminos. Por misterios del destino los pergaminos originales también nos hablan a mi y a mi maestro de la misma manera que lo hacían con Madoladh y Fadeghann. No penséis que por ello mi sabiduría es comparable a la de Fadeghann. Muchas cosas escritas en los pergaminos que redactó Fadeghan superan mi comprensión, pero mi maestro considera que mi conocimiento es suficiente para entregaros los mensajes que deseamos comunicaros.
Además, conozco mejor que otros elfos vuestras fuentes de conocimiento, vuestra ciencia y artes. He visto vuestras películas y he leído vuestros libros. Conozco la manera en que pensáis y experimentáis muchos aspectos de la realidad, de tal manera que es más fácil para mi entablar un diálogo con vosotros.
Veréis que los textos que Morea y yo escribimos están siempre redactados en segunda persona del singular, en la manera en que un maestro habla a su alumno. Es así, porque así fueron redactados por Fadeghann para Madoladh, y así nos gusta hacerlo a nosotros. Por otro lado, incluimos aclaraciones personales adaptadas a vuestra cultura actual tal y como creo que puede resultar de utilidad.
Respecto al origen del conocimiento transmitido por Fadeghann, no me está permitido daros más detalles. Espero que lo comprendáis y eso no afecte a la manera en que recibáis nuestros mensajes. Más allá de eso, nada de lo que Fadeghann escribió está dirigido a ser memorizado o creído. Solo son sugerencias, pistas para guiar a sus alumnos hacia la misma verdad que él conocía. Por eso es habitual para él comunicarse en forma de preguntas más que a través e afirmaciones. Los pergaminos no hablan de nada a lo que no podamos acceder por experiencia directa cada uno de nosotros.
Nadie puede ofrecer a otra persona a través de la palabra, una llave directa para el despertar espiritual o para el dominio la magia. Nada que podamos obtener o cambiar a nuestro alrededor puede hacerlo, porque lo que ambas cosas implican es un cambio profundo en nuestra percepción. Implican despertar la capacidad de percibir lo que siempre ha estado aquí, en todas partes. La verdadera magia es muy distinta a como la imaginan quienes no pueden percibirla. Si pudieran concebir su verdadera naturaleza podrían percibirla, precisamente porque están rodeados y penetrados por ella. Sin embargo, para esas personas todo lo que les rodea es ordinario. Por esa razón, no encontramos nunca lo que buscamos, encontramos solo en la medida en que descubrimos que no buscábamos lo que creíamos buscar. Esa es la esencia de todo hallazgo en el camino espiritual.
Nadie puede ofrecer a otra persona a través de la palabra, una llave directa para el despertar espiritual o para el dominio la magia. Nada que podamos obtener o cambiar a nuestro alrededor puede hacerlo, porque lo que ambas cosas implican es un cambio profundo en nuestra percepción. Implican despertar la capacidad de percibir lo que siempre ha estado aquí, en todas partes. La verdadera magia es muy distinta a como la imaginan quienes no pueden percibirla. Si pudieran concebir su verdadera naturaleza podrían percibirla, precisamente porque están rodeados y penetrados por ella. Sin embargo, para esas personas todo lo que les rodea es ordinario. Por esa razón, no encontramos nunca lo que buscamos, encontramos solo en la medida en que descubrimos que no buscábamos lo que creíamos buscar. Esa es la esencia de todo hallazgo en el camino espiritual.
Así mismo, ningún tesoro, por misterioso, oculto y exótico que sea puede hacer posible la magia en nosotros. Ni siquiera un tesoro de pergaminos resplandecientes. Queremos encontrar algo realmente extraordinario que nos transforme, pero se nos olvida que nada puede transformarse en algo que no es. Depender de algo externo es renunciar a nuestra magia, porque si la magia nos viniera de fuera nunca estaría en nosotros por mucho que nos revistamos de esos objetos mágicos exteriores. Si entendemos que la magia es posible en nuestras vidas la única opción es que siempre haya estado en nosotros. Por lo tanto, si no la hemos vivido tiene que ser nuestra percepción la que falla. ¿Esperamos entonces que algo o alguien nos provoque ese «cambio» en nuestra percepción? Un cambio en la percepción solo es la adopción de un nuevo punto de vista respecto a lo que ya somos. No es propiamente un cambio. Si nada puede convertirse en algo que no es, el cambio en la percepción es la única realidad posible detrás de todo fenómeno que llamamos «cambio» en nosotros.
No es que los tesoros no existan. Los tesoros mágicos y los que despiertan nuestra capacidad para percibir la magia existen. Claro que existen. Existen en todas sus formas, energéticamente, como ideas, y como materia. Los Pergaminos de Fadeghann son la expresión material de toda la magia y la sabiduría que reside en cada uno de nosotros. Son nuestra expresión al igual que lo son el resto de objetos a nuestro alrededor que forman lo que llamamos mundo físico. Por eso toda experiencia en la materia tiene el mismo potencial transformador, porque su fuente y su esencia es la misma que la de los pergaminos. Porque los pergaminos son la experiencia y la experiencia es los pergaminos, como cara y cruz de una misma moneda.
Así que al igual que solo podemos vivir la ilusión del olvido de nuestra magia, a su vez solo podemos ser el espejo que otros seres escogen como medio para desplegar la suya propia. Podemos ser un espejo exactamente igual que lo son los propios Pergaminos de Fadeghann. Por eso ni siquiera Madoladh o Fadeghann pueden ver todo lo que está escrito en los originales, porque ningún espejo puede mostrarle alguien un rango de frecuencias que sus ojos no pueden captar por sí mismos. Es mi deseo y mi deleite ser vuestro espejo en lo que deseéis en este sueño compartido.
Respecto a la información sobre nosotros y sobre el origen de los pergaminos, que no podemos revelar, espero que en el futuro puedan permitirse incluir más aspectos que en este momento hemos omitido.
Os mando un gran abrazo en nombre del bosque Silroth y todos sus habitantes. Deseo que recibáis ese abrazo conscientes de que su calor es vehículo para la energía espiritual de vuestro hermano Fadeghann, su padre y alumno Madoladh, y todos los seres que han mantenido la llama de su conocimiento. Esa energía os la transmitimos también a través del símbolo de la triqueta celta, con el que se identifica nuestro bosque desde su llegada y que he incluido en mis cartas para vosotros.
Nodiadh