Acto creativo y manifestación desde la conciencia no dual

Componiendo música en un sueño lúcido

Actores disfrazados sobre zancosMe encuentro en un espectáculo callejero. ¿Teatro? ¿Música? No sabría decir… Me doy cuenta de que unas pocas calles más abajo se está representando otro espectáculo, y otro un poco más allá. Hay espectáculos por todas partes. Todo fluye como en una inmensa improvisación simultánea, que parece impulsada por un azar caótico y juguetón, pero donde cada nota parece ser la única perfecta. Una vorágine de escenas superpuestas que se despliegan enérgicamente, a través de cientos de cantantes-actores que representan sus papeles. Todos están caracterizados en diferentes personajes, cada uno de ellos con unas cualidades únicas, exuberantes en detalles peculiares e insólitos. Hay actores disfrazados de animales, seres mitológicos, otros sobre zancos. Miles de formas, colores, movimientos, texturas, ademanes, tonos, timbres… lo inundan todo. Cada cantante-actor se desplaza por todo ese gran escenario callejero sin que ninguna norma ni barrera parezca poner límites a su expresión. Cada uno de ellos es guiado por su propia coreografía independiente, inmerso en un complejo hilo argumental. Cada uno deambula enredado en su propia aventura particular, colmada de intensos golpes emocionales que sacuden su curso en las direcciones más inesperadas.

A través de sus ojos, puede atisbarse un microuniverso personal en el que todos permanecen abstraídos, al tiempo que cada acontecimiento, por sutil que sea, ejerce una delicada influencia sobre todos los demás.

En el momento en el que concibo una limitación en el deambular de los personajes, algo que aún no haya sucedido, inmediatamente ocurre. Pareciera una respuesta automática a mi pensamiento. Me doy cuenta de que todo este tiempo, en mis manos ha habido un mando a distancia. Me doy cuenta de que todo este tiempo he sido el director del espectáculo. Ahora, al pulsar el botón del mando a distancia apuntando hacia diferentes zonas de la calle y actores, sea lo que sea lo que tengo en mente en ese momento, se materializa en mi exterior a través de ellos. No hay necesidad de comunicarlo con palabras. Simplemente ocurre instantáneamente. Un determinado sonido, una melodía o idea sonora abstracta, toma una forma concreta y física a través de los medios materiales de los que el espectáculo dispone. Las voces de los actores, el eco de las calles, los disfraces, todo funciona como un filtro. Pienso un mensaje determinado, un acorde de re mayor. Pulso el botón del mando a distancia y puedo ver cómo ese mensaje vuela en todas direcciones y todo a mi alrededor se armoniza al instante con esa vibración. Contemplo el milagro de cómo mi pensamiento, de cómo yo mismo, me hago real a través del mundo físico del que formo parte. Me doy cuenta de que lo que he estado escuchando desde el principio fue siempre mi propia voz. Me doy cuenta de que era yo mismo y a la vez no lo era. Mi propio pensamiento evoluciona indefinidamente al fundirse con las características materiales concretas de los medios a través de los que se produce el sonido. Y a la vez, ese entorno físico en el que estoy inmerso es, en toda su extensión, mi propio cuerpo.

Vibración que se expande por el universoEse sonido se traduce también a formas, colores, movimientos, gestos, sucesos… Lo que surge como una idea en mí, se disuelve en la personalidad propia de cada cantante-actor, y su propia interpretación de mis melodías. Con ello, yo me disuelvo en él y él en mi, en un solo fluido indiferenciado. Cada uno de ellos empapa lo que yo le transmito de lo que él mismo es. Mi mensaje funciona como desencadenante de un fluir interminable de eventos y emociones, con un efecto espectacularmente expresivo. Ocurre suave, naturalmente. Este fluir estimula un impulso creador similar en todos los personajes que reciben mi mensaje y en cualquier cosa en contacto con ellos.

 

Cada matiz en mi pensamiento y emoción es una pequeña chispa invisible lanzada al universo, que enciende una llama. Cada una de esas llamas se extiende hasta mezclarse con todo lo que existe, despertando y realimentando una fuerza creativa ilimitada que reside en todas partes.  Tweet This!

 

Después de unos minutos, ya no necesito el mando a distancia. Comprendo que solo era algo más que se había materializado como respuesta a mi pensamiento. Basta con escoger lo que pienso y generar una intención. Ninguna idea suena exactamente como es concebida inicialmente en mi cabeza, pero no siento ninguna frustración. Intuyo que sería posible reproducir esas ideas con total fidelidad, pero solo jugueteo con tratar de conseguirlo. Estoy demasiado hipnotizado, flotando en el flujo de esa fuerza creativa que me sostiene y me abraza, tanto que prefiero disfrutar del placer de dejarme sorprender, fracasando una y otra vez en mi juego.

Surge en mi mente la imagen de una rosa roja. Dirijo la vista al suelo a mis pies y veo caer una semilla entre las piedras. Esa semilla germina y crece en tan solo unos segundos. Aparece rápidamente un capullo que se despliega como una pequeña rosa roja, y esa rosa se abre y crece más y más. Me agacho y la contemplo con atención. Puedo percibir cómo ella también me observa a mí, y ve a través de mis ojos.

Siento cómo su mirada consciente penetra en mí, como una semilla que fecunda cada átomo de mi cuerpo, transformándolo, activando toda una dimensión de él que no sabía que existía. Ese contacto es como una explosión de energía que me revitaliza, despertándome a un universo en el que no sabía que estaba dormido. Renazco cada segundo a una identidad ampliada, íntima y desconocida. Puedo sentir cómo así, yo también soy soñado por ella a través de su mirada.  Tweet This!

 

Rosa roja gigante es observada por un niño representando al principito

Mientras tanto, la rosa sigue creciendo, hasta ser más alta que yo. Sus tallos se ramifican en formas nuevas, cada vez más alejadas de las del rosal original. Algunos comienzan a enrollarse como enredaderas sobre diferentes objetos y otras plantas a nuestro alrededor. Aparecen flores de otros colores y configuraciones por todas partes, y alrededor de ellas, pequeños insectos y animales que se multiplican cada vez más. Algunos de los tallos se mueven con tanta vitalidad y parecen haber tomado formas tan desconocidas, que me resulta difícil determinar si se trata de plantas o animales. Cerca del tallo original germinan nuevas semillas que dan lugar a nuevas plantas, al lado de éstas germinan otras, cada vez más distintas a la primera. Todas crecen y se ramifican en formas cada vez más diversas. Cada planta, insecto o animal lo atraviesa todo con su propia mirada consciente, transformándolo y despertando el mismo impulso creador en todo aquello que observan. Levanto la vista y encuentro un enorme bosque que no para de crecer, fundido con las ensoñaciones de todos los cantantes-actores que siguen inmersos en sus propios microuniversos personales.

El espectáculo cada vez se expande más y más. Toma formas gigantescas y comienzo a perder la conciencia de sus límites.

Ahora sé que esto es estar vivo.

Ahora comprendo que así es como la existencia es soñada.

El creador no pone nada fuera de sí mismo.

La creación está hecha del creador. La creación ES el creador.  Tweet This!

Ha llegado el momento de despertar.  

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