Cuando hablábamos del tercer pergamino, vimos que el conocido maestro taoísta Mantak Chia, nos decía que «El movimiento físico no es sino la sombra del movimiento de la energía corporal.» Efectivamente, sentir la energía sexual, o como los taoístas dirían, el chi, en el interior de nuestros cuerpos, resulta incomparablemente más placentero y apasionante que el movimiento físico. Es una experiencia interior, en primera persona, que sería imposible de captar con una cámara. La imagen del acto sexual que se ha transmitido en vuestra cultura a través del cine y la pornografía ha ejercido una importante influencia que condiciona a todos los humanos, sea en mayor o menor grado, consciente o inconscientemente. El cine tiene que recurrir a todo tipo de recursos que puedan ser captados externamente para estimular a los espectadores. Siendo su objetivo captar la atención y enganchar a su consumo, se sirve de estímulos cada vez más obvios y exagerados, y en posiciones que resultan vistosas para la cámara pero que no son las más naturales ni las más satisfactorias. Hay muchas personas con un grave problema de adicción a la pornografía, que nunca satisfechos, necesitan cada vez mayores dosis de este placer superficial, al que recurren para evadirse de las exigencias de su vida cotidiana.

Una vez que hayas comenzado a conocer el placer que te ofrece la relajación, la lentitud y la estimulación suave, te gustará hacerlo así desde el principio de la relación sexual. Comenzarás el camino hacia la bifurcación directamente a pie y disfrutando del paisaje. Sin la inercia de tu carrera inicial en bicicleta es mucho más fácil no precipitarte hacia el estanque y cada vez te resultará menos atractiva la velocidad. Aun así, no hay normas. Puede que en ocasiones comiences más impetuosamente, pero aunque tu cuerpo se mueva, la experiencia y la manera en que la disfrutarás, será muy diferente de cómo lo era antes. No volverá a ser lo mismo, porque ahora, ese movimiento será la expresión de tu cuerpo y de tu corazón, sin estar limitados por tus expectativas mentales al respecto de lo que debe ocurrir en el futuro. Y tu cuerpo y tu corazón, a través de su movimiento, te impulsarán fácilmente hacia los reinos profundos de la relajación. No llegarás ni a pensar en el orgasmo, y si decides tenerlo, puedes hacerlo cuando quieras, pero no lo sentirás como una necesidad que haya eclipsado tu largo paseo por «el otro camino».

Si tenemos en cuenta los mensajes de los cuatro pergaminos que hemos visto hasta ahora, verás que son muy sencillos: abandonar el hábito de perseguir el orgasmo, prolongar la excitación en el tiempo, relajación y quietud, y la estimulación suave. No hay ninguna técnica extraña ni sofisticada que tenga nada de misterioso. Sin embargo el poder transformativo que tienen es inmenso. Podríamos decir lo mismo de la meditación. Hay escritos innumerables libros al respecto, pero su esencia es bien sencilla y es la misma que se aplica a la sexualidad. Por esta razón todos los mensajes o pistas para encontrar el tesoro, están relacionadas entre sí. Son diferentes aspectos de una simple actitud, la disposición que tomaste al escoger «el otro camino». Escogiste la presencia, la actitud meditativa. Aunque hay más técnicas precisas que podrían ayudarte en ciertos aspectos, si puedes imaginar cómo sería tener sexo en un estado meditativo, ahí tienes la llave para despertar todas esas funciones mágicas latentes en tu sexualidad. Es sencillo precisamente porque la complejidad es una invención de la mente. El cuarto pergamino nos dice al respecto de nuestra búsqueda de la magia: